FARÁNDULA LIMEÑA

miércoles, octubre 04, 2006

CON EL RABO ENTRE LAS PIERNAS

Hoy ya debe estar Beto Ortiz en Lima, después de pasar tres años guarecido en el seno de los Estados Unidos, su retorno al Perú le debe de sacar roncha a más de uno, pues detractores le sobran. No suena descabellado, afirmar que una vez que resuelva sus complicados problemas judiciales, intentará regresar a los medios de comunicación.

Salvando los tema legales, que no tienen mayor cabida dentro de este espacio, la llegada de Beto parece propicia dentro de la bandeja televisiva que nos ofrecen los distintos canales locales, donde hay escasez de programas de entrevistas de tono ligero, pero inteligentes.

El único que enarbola esta bandera es Jaime Bayly, y, valgan verdades, el tino de El Francotirador no es el mismo de hace unas semanas, quizás debido a que sus invitados no son tan atractivos, o porque el ex niño terrible empieza a mostrar su proverbial hartazgo por seguir mucho tiempo en un mismo proyecto.

Aunque no sería extraño que Bayly le diera cabida a Ortiz dentro de su espacio, claro si éste no termina preso. Y posiblemente se entablaría una conversación interesante, a menos que se dediquen a exponer sus gustos íntimos, que aunque gusten a cierto público, no son de interés general.

Justamente, hacer un show de sus preferencias sexuales y de sus enemistades personales fueron el talón de Aquiles de Beto en su etapa como conductor de TV. El morbo de sus televidentes no fue suficiente para justificar el mantener su programa al aire.

La oportunidad dorada del autor de Maldita Ternura (libro bien escrito, aunque de contenido nauseabundo) fue cuando el canal 11, entonces llamado Austral, le dio carta libre para criticar al gobierno fujimorista.

En esos años, al término de la dictadura, los otros medios de señal abierta estaban amordazados por sus propietarios que habían vendido su alma a Montesinos.El público en general sintonizaba a Beto a Saber porque era la única tribuna que teníamos aquellos que no comulgábamos con los atropellos cometidos en esa nefasta década.

Pero, cuando se liberó, en algo, la TV, la competencia con César Hildebrandt y otros en carrera, se lo llevó de encuentro.Ese fue el punto de quiebre de Ortiz, cuando no repitió el éxito político en Frecuencia Latina, empezó a decantarse por la farándula, ganándose odios de sus antiguos amigos.

Los improperios, arañazos y hasta carterazos estuvieron a la orden del día entre él, Carlos Cacho, Magaly Medina y la Chola Chabuca, nuestra pantalla se tiño de un rosa chillón.Beto, con muchas más neuronas y malicia que sus contrincantes, lanzó Vidas Privadas, donde le dio de alma a todos ellos, hasta a sí mismo.

El final era cantado, y nada bueno para el periodista, por lo que decidió quitarse del país a los EEUU, de donde se metió en otro lío con la justicia.Hoy, dice haber aprendido la lección.

¿Le creemos? Todos merecen una segunda oportunidad, aunque antes que la TV le recomiendo la prensa escrita que es su fuerte y dejar de lado sus líos personales, especialmente porque sus detractores siempre tendrán el tema de los pirañas para encararlo.