FARÁNDULA LIMEÑA

domingo, noviembre 05, 2006

LA OTRA CARA DE LA FARANDULA

El viejo estigma que se cierne sobre el periodismo de espectáculos, o si prefiere farandulero, es doloroso, por más que uno quiera poner cara de piedra y decir que como profesionales no nos importa que nos tachen de chismosos, rajones, urracos y hasta buitres, pero esas tachas a ese género informativo no son gratuitas, y los que trabajamos en él lo sabemos.

Desde que cierto programa conducido por una biliosa pelirroja entró a nuestra bandeja televisiva, hace unos ocho años, el comunicador que trabaja cubriendo shows, artistas y escandaletes pasó a convertirse en un ser odiado y amado a la vez, por las supuestas estrellas de nuestro Hollywood lorcho.

Los programas de TV y radio, y los periódicos dedicados a ese tipo de temas pasaron a ser calificados de sensacionalistas, y criticados por muchos, pero leídos o vistos por más. Pues la misma gente que pide la desaparición de la Urraca, varias veces no despega los ojos de su pantalla. Contradicción que nos indica que el televidente se ha acostumbrado a consumir ese tipo de material.¿Qué hacer? ¿Seguir con lo mismo, esgrimiendo la vieja excusa de que eso le gusta a la gente? Gracias, pero no.

Hay que generar un cambio que es posible, aunque claro que exige un riesgo. Si el usuario dejó de leer las entrevistas hechas a artistas de la talla de Gianfranco Brero o de Yvonne Fraysinett, por enterarse de las correrías de Nílver Huarac o de Mónica Adaro, es porque eso les ha vendido cierta prensa.

Pero, las bochornosas situaciones en que se enfrascan las seudo estrellas de nuestro medio no son la única noticia, aunque claro levantan el morbo de más de uno. Yendo aún más allá, muchas de estos hechos encajarían mejor en una sección de policiales que en la de farándula.Ante el panorama nacional, que ciertamente deprime, es importante ver afuera y constatar que otras formulas existen para realizar periodismo de espectáculos, sin caer en los ya mencionados vicios. Nos vamos a topar con situaciones muy similares, pues nosotros no hemos inventado ni monopolizamos el raje, por más que muchos piensen eso.De seguir escarbando, encontraremos opciones distintas.

Una de ellas, que en gringolandia tiene mucha acogida, es hacer una revisión de aquellos artistas que en su momento dieron la hora y hoy están, voluntariamente o no, en el anonimato. Alguien, que nunca falta, preguntará ¿Acaso algo así interesaría en el Perú? No lo sé, pero es porque nunca se ha intentado seriamente.

Desde los grandes cómicos que aparecían en El Tornillo o en Risas y Salsa, hasta actores de telenovelas como Carmín o Malahierba, hasta los tecnocumbieros, que abundaron y hoy son no habidos, hay suficiente material para hacer un programa que investigue, use material de archivo, y de estudiarse bien, se gane un lugar, sin fregarle la vida a nadie.Esa es una idea, y definitivamente hay muchas más formas de blanquear el periodismo de espectáculos, como darle un sitio predominante a la cultura, nuestro ballet o la opera nacional que, sin casi ningún tipo de apoyo, siguen adelante con tenacidad y talento.

El broadcaster que quiera cambiar las cosas, debe pensar un poco sin la billetera de por medio. Aunque como ya dije este tipo de propuestas no tienen que ser una forma de perder dinero. Ocurre que muchas veces se les asigna un presupuesto miserable y termina saliendo, lo dicta la lógica, un producto mediocre.

Algo así como el Nada Personal de Frecuencia Latina, donde reinó la improvisación desde el primer día.